martes, 21 de abril de 2015

Por el bien de todos


Por: Manuel Aguirre Labarrere
            (Mackandal)
Los cambios no importa cuáles sean sus objetivos siempre provocan traumas y resquemores. El tema del negro y su plena inclusión en la sociedad cubana, provocó  en un principio esos efectos, tanto con el sistema actual como en los distintos procesos de inclusión social que lo antecedieron.
Siempre hay una cúpula inflexible y reacia a todo lo que no considere  de su entorno, un rechazo hacia lo social y culturalmente diferente.
En Cuba no ha sido distinto. Los cambios que se avecinan y los que se han dado, ameritan de una urgente revisión que sea equivalente a los pasos anunciados por el oficialismo, tanto en materia económica como en las demás ramas involucradas en esta nueva mentalidad de hacer política sin llegar al  fondo, con lo que no se logra la voluntad del bien para todos y sí excluye a la gran mayoría.
Los aborigenistas que durante el periodo colonial abogaron por el fin de la esclavitud y la inmensa mayoría de cubanos herederos de esa propia mentalidad, suponen que los negros, aunque hombres y hermanos, continúan clasificados como hombres y hermanos inferiores,  por lo que su cultura, aunque inmersa en la macrocultura nacional, es más dada a la barbarie que a la civilización. Esa mentalidad poco cambia de generación en generación. Según  los aires que corran, tendrán un mayor o menor efecto en las tomas de decisiones del poder político.
En Cuba,  en el momento actual, el saldo de inclusión social es desde los puntos de vista del color, visiblemente negativo.
Programa como la Mesa Redonda  de la televisión cubana, la voz  del oficialismo, pintan una Cuba  idílica. En los últimos tiempos ha dado todo un compendio de razonamientos más o menos aceptados,  pero no siempre convincentes en cuanto a marginalidad y racismo en la sociedad cubana. Eso demuestra que la persistencia del racismo en Cuba, cuyo origen exógeno es un fenómeno plural.
La democracia no admite soberbias raciales ni hegemonías. Son los grupos de poder los que marcan las diferencias entre las personas. Es la ideología  racista la que lanza las coordenadas y tira del cordón para marcar las pautas de su propia mentalidad conveniente, siempre, al beneficio de una ínfima minoría.
En la Cuba actual esta ínfima minoría  está constituida por la cúpula gobernante y el alto mando militar. El sistema  dictatorial y militarista debe mantener satisfecho a su fuerza bruta,  racista, engreída y poco dada a la solidaridad de su pueblo.
Este distanciamiento de la realidad, más la poca voluntad de resolver  los problemas sociales han  agudizado las diferencias tanto de género como de raza, porque la mujer negra, aunque muchas veces no se asuma como discriminada, es también victima de ese racismo exógeno que vive a diario la sociedad cubana.
Necesario sería la tolerancia a las manifestaciones pacíficas en favor de un equilibrio entre los distintos grupos que cohabitan en la sociedad cubana. Necesario que el régimen permita y legalice a los movimientos de lucha contra el racismo, y que acepte la creación visible y realista de una  junta cívica independiente donde se puedan generar ideas que sean aceptadas de forma obligatoria en el parlamento cubano, para una inmediata puesta en marcha con resultados positivos.
Entonces, no habría duda de que se lucha  por el bien de todos, y que al menos un fragmento del ideario  de José Martí ha calado en la conciencia de los políticos cubanos.


jueves, 2 de abril de 2015

La exclusión del negro en la narrativa cubana de los ochenta

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Por: Manuel Aguirre Labarrere
              (Mackandal)
El segundo periodo de la narrativa cubana que bien se puede enmarcar  a partir de la segunda mitad  de los años ochenta, adolece, tanto en su estructura narrativa como en el arquetipo de sus personajes, de un silencio y la invisibilidad racial del componente negro,  que hace que esta llamada novísima narrativa cubana que nace  partir del triunfo del régimen castrista en 1959,  y continuaría en sucesivas generaciones aun cuando haya dado obras emblemáticas donde entran entonces obras que las antecedieron, como Adire y el tiempo roto, Expediente de hombre, de Manuel Granados, de quien se puede analizar también su libro de cuentos País de Coral, publicado por Letras cubanas en 1988, y sucedidas por otras como   
En El vuelo del gato, su  autor, Abel Prieto trató de mostrar a una familia negra sin lograrlo,
La ausencia del negro en la narrativa del periodo revolucionario, es más que visible, preocupante. ¿Cómo puede la literatura cubana deshacerse de un segmento de la población sin cuya presencia sería muy difícil pensar a Cuba?
Ha sido  el teatro cubano más prolifero  en mostrar al negro en su contexto sin caer en los aullidos y lamentos que muchas veces ponen en su boca  y que únicamente muestran una ínfima parte del problema que pudiera ser inherente también a los personajes blancos.
Evadir  la realidad  hace más inverosímil el discurso narrativo.
  No se trata de tener a nano un compendio de remanentes lingüísticos africanos hablados en Cuba ni poseer tampoco un diccionario yoruba o lucumí. Se trata de ser conscientes del  problema y no dejar fuera del juego ni disfrazar verbalmente a los personajes  afrodescendientes, que en la mayoría de los casos, y  más en esta novísima generación, son narrados desde la visión y los conceptos de escritores blancos.
El castrismo dio pasos fundamentales referentes al racismo, la exclusión y la discriminación racial. Pero en sus más de cincuenta años de existencia no ha dedicado al problema del prejuicio  en cuanto a la temática negra, ni  siquiera diez minutos, porque no llegan a diez minutos el tiempo que tanto Fidel como Raúl Castro­ que han   hablado bastante­ han dedicado al problema de la discriminación en Cuba.
Este fenómeno de la invisibilidad de un  tema que  por sí solo llama al debate abierto y conciso, es lógicamente trasplantado a la literatura sin tener que forzar nada.
Los narradores reciclan de diversas maneras un mismo problema,  pero el problema es el mismo.
El poco empeño por divulgar masivamente materiales sobre raza y discriminación acentúa de forma subliminal los prejuicios, y legaliza  de forma real los racismos.
De modo que si un problema surge ventilarse en la hora actual de Cuba, es el racismo, porque  tuberculiza a la nación y hace decaer la autoestima y amor a la patria misma.

mal26755@gmail.com