jueves, 18 de abril de 2013

De traiciones y traidores



Manuel Aguirre Lavarrere
        (Mackandal)

Escribió Félix Varela: “La obediencia es la primera ley de una buena milicia, pero los déspotas no se atreverían a dar órdenes inicuas a militares honrados; y si éstos tuviesen la desgracia de ser compelidos a operar injustamente, nunca irían más allá de lo que exige la obediencia y jamás tendrían el bárbaro placer de agregar nuevas crueldades y mayores injusticias a las intentadas por sus perversos mandarines. Los pueblos verían en ellos unos hermanos que con dolor y sólo por necesidad los atacaban, más no unos tigres que se aprovechan de la ocasión de devorar y quisieran no poner término a la mortandad. Un ejército justo sería siempre un consuelo para el pueblo, así como uno inicuo será siempre su infortunio”.
Existe la creencia en algunos viejos comunistas de que Fidel Castro fue traicionado por muchos de sus más cercanos colaboradores a quienes les otorgó hegemonía y poder.
La traición y el bandolerismo sin fronteras es un fenómeno congénito en los regímenes
de corte populista y totalitario. Cuba sirvió de punta de lanza de una doctrina totalitaria importada desde Europa. El comunismo llegó a América de la mano de uno de los principales aliados del fascismo, la Unión Soviética. No tanto con Lenin como con Stalin, encontró en Cuba un campo fértil para su expansión, especialmente luego de la llegada al poder del castrismo.
Esta importación ideológica, sin que mediara la abierta y espontánea voluntad ciudadana, hizo colapsar valores indispensables para el sostén de cualquier sociedad, como el sentido de pertenencia y el empoderamiento ciudadano.
En Cuba, bajo el régimen castrista, hubo que someterse al cambio de mentalidad totalitario impuesto por su máximo representante, figura insigne de la arbitrariedad política y los cabildeos populistas en su insaciable afán de siempre brillar primero.
Tronchar los valores originarios de la soberanía nacional, constituye una traición que no se la impuso nadie a Fidel Castro y sí fue alimentada por él.
Hoy, sus resultados calamitosos están presentes en la ciudadanía.
Esa traición de la que hablan algunos no es cierta: todo ha sido traicionado desde el mismo triunfo revolucionario. Quedan como testimonio los millones de cubanos exiliados, los millares de cubanos que han pasado por las cárceles, la crisis irrecuperable de valores, la discriminación por razones de orden ideológico y por el color de la piel; así como el surgimiento de un grupúsculo privilegiado bajo la sombra del poder, frente a una estela de pobreza nacional, fruto de la traición hacia el pueblo, la incontrolable corrupción de altos y medianos funcionarios, y la desfachatez ideológica. Cada vez más, el pueblo se ve relegado al último peldaño de la ignominia.
Ahora, con un pie en la tumba, Fidel Castro ve desmoronarse su arrogancia con la implementación de las actuales reformas y otras que vendrán, esas que siempre le negó al pueblo cubano.
Publicado por Primavera Digital, 4 de  abril  de 2013 • año 6

martes, 2 de abril de 2013


Lazo presidente
Manuel Aguirre Lavarrere
       (Mackandal)



“La simple idea de que no hay razas superiores y razas inferiores sino que las diferencias hoy observadas se deben a la diferencia de medios de oportunidades de proceso histórico y cultural, es ya un paso inmenso a favor de la muerte del racismo.”
                                                                     Gastón Baquero (Ensayo cubano del siglo XX,
                                                                                           Fondo de Cultura Económica, México, 2002.)

La promoción de Esteban Lazo Hernández como presidente del Parlamento cubano no debe entusiasmar a los afrodescendientes con la creencia de que con un negro sobre las riendas de ese alto órgano de gobierno podrá encauzarse de forma segura el problema de la discriminación racial en Cuba.
Este afro-funcionario, uno de los hombres fuertes del régimen castrista y militante comunista de la línea dura, se negó rotundamente a que el problema del racismo se hiciera público y nada hizo en el corto período que bajo la sombra del Comité
Central supuestamente lidió con el tema para que negros y mestizos cubanos tuvieran una vida digna, proporcionándoles los derechos que por tanto tiempo les han sido negados por el color de la piel.
Las continuas reiteraciones del presidente Raúl Castro que aluden al componente racial de los parlamentarios cubanos no estaban
dirigidas a los cubanos, más bien fue un aviso de misión cumplida hacia las más de cuarenta delegaciones de afro- estadounidenses que en los últimos tiempos han arribado a Cuba interesados en este tema y que han manifestado sus deseos de inversión siempre y cuando sus hermanos tengan también acceso a las oportunidades que ellos desean brindar.
Por eso el cacareo y la promoción del ortodoxo Lazo. Por eso, la renovación sin consenso popular transparente de los negros y mestizos que ya ocupan una silla en el parlamento cubano y algún que otro en el Buró Político del Partido único, como es el caso del verdugo de la clase obrera cubana, Salvador Valdés Mesa. Por eso y por el malestar que ya desde hace tiempo siente la población afrodescendiente cubana al ver la diaria exclusión de sus derechos y que nada a su favor se resuelve.
Los cambios deben provocarlos ellos mismos, como ya ha ocurrido en varias partes del oriente cubano, como también en Matanzas y en la propia capital, donde grupos independientes están listos para enfrentar, tanto al régimen como a sus represores de ciudadanos dignos.
Por eso es notable el apresuramiento del régimen al crear el proyecto Articulación Regional Afrodescendiente (ARA), que dirigida por la actual presidenta del Instituto Cubano del Libro, Zuleica Romay Guerra, apuesta a tres objetivos fundamentales, en un momento en que el problema racial está de moda:
Coger el tema como punto de pachanga y ganar viajes, no precisamente a Venezuela. Convencer a los afroestadounidenses de la inclusión de negros y mestizos en el panorama sociopolítico y cultural de la nación para mangarles la mesada.
Acallar las voces que desde el ángulo opositor desmienten con sobradas razones, esta afirmación de política demagógica venida de un régimen al que se le ha caído el discurso tantas veces esgrimido de igualdad y justicia social, un discurso que ni con muchos Lazos podrá convencer.
Publicado por Primavera Digital, 14 DE marzo de 2013.